Comentaba hace unos días que hay muchas Cartagenas. Por desgracia yo no pude conocerlas todas; imposible en una estancia de apenas dos días.
Ya he dicho que me enamoré de la Cartagena de Colores, ese es sin duda el recuerdo más hermoso que me he llevado de ese viaje a Colombia, pero en ese breve espacio de tiempo tuve también la oportunidad de aproximarme a alguna de sus otras facetas: la Cartagena de los rascacielos, la Cartagena histórica, la Cartagena devota, la Cartagena caribeña y la Cartagena de chapa y cartones. Ésta última, desde muy lejos; a vista de pájaro literalmente.
Así pues, aún sin ser una gran experta en la materia, puedo permitirme reflejar mi visión de cada una de estas vertientes que no son sino diferentes caras de una misma ciudad que, como sus habitantes, ha ido evolucionando con el paso de los siglos. A veces para mejor y otras para peor, pero que cada uno saque sus propias conclusiones.
Ya he dicho que me enamoré de la Cartagena de Colores, ese es sin duda el recuerdo más hermoso que me he llevado de ese viaje a Colombia, pero en ese breve espacio de tiempo tuve también la oportunidad de aproximarme a alguna de sus otras facetas: la Cartagena de los rascacielos, la Cartagena histórica, la Cartagena devota, la Cartagena caribeña y la Cartagena de chapa y cartones. Ésta última, desde muy lejos; a vista de pájaro literalmente.
Así pues, aún sin ser una gran experta en la materia, puedo permitirme reflejar mi visión de cada una de estas vertientes que no son sino diferentes caras de una misma ciudad que, como sus habitantes, ha ido evolucionando con el paso de los siglos. A veces para mejor y otras para peor, pero que cada uno saque sus propias conclusiones.