Comentaba hace unos días que hay muchas Cartagenas. Por desgracia yo no pude conocerlas todas; imposible en una estancia de apenas dos días.
Ya he dicho que me enamoré de la Cartagena de Colores, ese es sin duda el recuerdo más hermoso que me he llevado de ese viaje a Colombia, pero en ese breve espacio de tiempo tuve también la oportunidad de aproximarme a alguna de sus otras facetas: la Cartagena de los rascacielos, la Cartagena histórica, la Cartagena devota, la Cartagena caribeña y la Cartagena de chapa y cartones. Ésta última, desde muy lejos; a vista de pájaro literalmente.
Así pues, aún sin ser una gran experta en la materia, puedo permitirme reflejar mi visión de cada una de estas vertientes que no son sino diferentes caras de una misma ciudad que, como sus habitantes, ha ido evolucionando con el paso de los siglos. A veces para mejor y otras para peor, pero que cada uno saque sus propias conclusiones.
El barrio, como digo, no está mal. Ni tampoco bien. Podría ser un barrio turístico de cualquier ciudad del mundo, sin personalidad alguna. Para colmo, a mí personalmente me transmitió una profunda tristeza, ya que por algún motivo lo asocié (con sus diferencias) al Miraflores de Lima, un lugar donde por motivos que ya conté en su momento no tenía el ánimo por las nubes. En cualquier caso, no lo considero la mejor puerta de entrada para alguien que viaje por primera vez a Colombia.
Y es que, ¿quién desearía alojarse en un lugar así cuando solo tiene dos días para conocer la Cartagena de Indias con la que lleva tantos años soñando?
Cuando el primer día desperté a las cuatro y media de la mañana debido al jet lag, mi primer pensamiento fue vestirme y salir a dar un paseo por el centro histórico, hacer fotos de la ciudad intramuros en pleno despertar… pero estaba demasiado lejos. Bueno, no tan lejos, pero lo suficiente teniendo en cuenta que debía tomar un taxi para llegar hasta allí y que a las ocho había quedado con mis compañeros.
Luego, primer consejo: cuando viajéis a esta ciudad, alojaros en Cartagena de Indias, la de Colores. Hay decenas de hoteles-boutique para hacer vuestra estancia mucho más cómoda y, sobre todo, mucho más especial.
Ya he dicho que me enamoré de la Cartagena de Colores, ese es sin duda el recuerdo más hermoso que me he llevado de ese viaje a Colombia, pero en ese breve espacio de tiempo tuve también la oportunidad de aproximarme a alguna de sus otras facetas: la Cartagena de los rascacielos, la Cartagena histórica, la Cartagena devota, la Cartagena caribeña y la Cartagena de chapa y cartones. Ésta última, desde muy lejos; a vista de pájaro literalmente.
Así pues, aún sin ser una gran experta en la materia, puedo permitirme reflejar mi visión de cada una de estas vertientes que no son sino diferentes caras de una misma ciudad que, como sus habitantes, ha ido evolucionando con el paso de los siglos. A veces para mejor y otras para peor, pero que cada uno saque sus propias conclusiones.
- La Cartagena de los rascacielos
El barrio, como digo, no está mal. Ni tampoco bien. Podría ser un barrio turístico de cualquier ciudad del mundo, sin personalidad alguna. Para colmo, a mí personalmente me transmitió una profunda tristeza, ya que por algún motivo lo asocié (con sus diferencias) al Miraflores de Lima, un lugar donde por motivos que ya conté en su momento no tenía el ánimo por las nubes. En cualquier caso, no lo considero la mejor puerta de entrada para alguien que viaje por primera vez a Colombia.
Y es que, ¿quién desearía alojarse en un lugar así cuando solo tiene dos días para conocer la Cartagena de Indias con la que lleva tantos años soñando?
Cuando el primer día desperté a las cuatro y media de la mañana debido al jet lag, mi primer pensamiento fue vestirme y salir a dar un paseo por el centro histórico, hacer fotos de la ciudad intramuros en pleno despertar… pero estaba demasiado lejos. Bueno, no tan lejos, pero lo suficiente teniendo en cuenta que debía tomar un taxi para llegar hasta allí y que a las ocho había quedado con mis compañeros.
Luego, primer consejo: cuando viajéis a esta ciudad, alojaros en Cartagena de Indias, la de Colores. Hay decenas de hoteles-boutique para hacer vuestra estancia mucho más cómoda y, sobre todo, mucho más especial.
- La Cartagena histórica
La visita al Castillo, situado en el Cerro de San Lázaro, gana puntos enteros si se hace acompañado de un buen guía. Y es que si en Cartagena hace calor, en la fortaleza el sol cae de plano y no se salvan ni las moscas. Por ello, un guía que ilustre y mantenga el interés sobre el lugar que se está conociendo es importante para no ver más que piedra sobre piedra; su historia es realmente interesante.
- La Cartagena devota
Pero el verdadero interés de subir hasta allí reside, para mí, en acercarse un poco más a la profunda religiosidad del pueblo colombiano. En lo alto del cerro se encuentra el Convento de la Candelaria (llamado también Convento de la Popa, por eso no complicarse), hogar de la Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad y que, como ya comentamos en otra ocasión (durante mi viaje a Bolivia), se trata de una de las advocaciones marianas más antiguas y veneradas en el mundo.No obstante, la historia espiritual o mística de este cerro se remonta mucho tiempo atrás, a la época de la Colonia, cuando lo alto del cerro era una espesa selva donde los indígenas y esclavos africanos adoraban a una especie de macho cabrío que… bueno, es mejor que viajéis vosotros mismos para que os lo cuenten con todo detalle
En el Cerro de la Popa me llamaron la atención dos cosas. Una, el curioso rito de dejar en pequeños colgantes en forma de pie, brazos… incluso pulmones, en señal de agradecimiento a la Virgen por haberle curado de algún mal. Reconozco que a mí este tipo de manifestaciones de fe me resultan particularmente conmovedoras y en el Santuario hay una verdadera colección.
La segunda, las vistas que desde su mirador se tienen de la zona sur de la ciudad, muy diferente a la imagen de riqueza y prosperidad ofrecida en el barrio de Bocagrande. Un mar de chabolas de chapa y cartones se extiende hasta el horizonte: la cara menos amable de Cartagena, y dado el porcentaje de población que vive en ella, quizá la que más se acerque a una parte importante de la realidad.
- La Cartagena caribeña
Por cuestiones de tiempo nosotros solo visitamos Isla Grande, pero el archipiélago está formado por 27 islas e islotes, algunos privados (los hay con suerte) y otros habitados y ocupados parcialmente por complejos hoteleros, de modo que hay donde escoger.
No puedo decir mucho de estas islas paradisíacas. Creo que las imágenes hablan por sí solas: son la viva imagen de lo que tendemos a imaginar como “el Caribe”. Si lo que buscáis son playas desiertas, olvidad Bocagrande: en Cartagena hay que alojarse en el centro histórico, y después completáis vuestra estancia con un par de días en este archipiélago de aguas cálidas y transparentes, donde no hay nada que hacer, más que tomar el sol, leer un libro y practicar snorkel y buceo. La mejor cura para el estrés.
Fuente y más fotos : trajinandoporelmundo.com