En su etapa estadounidenses, Dalí entablaba una gran amistad con Walt Disney, vampiro creativo reconocido por sacar el máximo proyecto de artistas mucho más innovadores y cualificados que él, tal y como se puede comprobar en Fantasia, película atonal para la que requirió todo tipo de animadores internacionales de los que se fue desprendiendo progresivamente, una vez habían compartido con él sus ideas, que traspasaba a sus domesticados ilustradores en nómina. El cine de animación podría haber constituido una perfecta extensión de la creatividad que Dalí desarrollaba en el lienzo, y a pesar de que su colaboración dio como resultado un bello y poético cortometraje, Destino, nunca fue estrenado, viendo la luz en 2003, a propósito de una retrospectiva del pintor en la Tate Modem.
La anécdota de este cortometraje es que Dalí trabajó en él durante ocho meses, desde finales de 1945 a 1946. Los problemas financieros durante la Segunda Guerra Mundial hicieron que el proyecto quedase cancelado. En 2003, Disney lo recuperó y lo dio a conocer de este modo, que es como finalmente ha quedado y se conoce.
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