Junto con Superman, Batman es uno de los grandes superhéroes del cómic, y también otro de los buques insignia de la editorial DC. En la década de los sesenta y al igual que su compañero kryptoniano, Bruce Wayne había salido regularmente en la televisión en una serie protagonizada por Adam West y que con el paso de los tiempos se ha convertido en un clásico de culto por su extravagante y colorida estética. Los trajes de tela fina, el bat-móvil descapotable, el humor tontorrón y familiar, por no mencionar las clásicas onomatopeyas que aparecían en la pantalla en cada pelea, son el recuerdo de una época más optimista para el personaje.
Pero a finales de los ochenta, Batman tenía que regresar a sus orígenes, ya que al fin y al cabo, es muy diferente a las películas que inmortalizaron a Christopher Reeve, tanto en concepto como en estructura. Batman no es un superhéroe, sus primeros diseños, que datan de la época en la que Superman triunfaba en las viñetas, presentaban un personaje con antifaz rojo y botas de idéntico color, pero acertaron al buscar un enfoque diferente: el de un detective al margen de la ley, oculto tras una máscara y sin reparos a la hora de usar la violencia contra los villanos. Este acercamiento de novela negra sería la forma en la que un joven Tim Burton iba a representar al hombre murciélago en la primera de sus dos películas sobre el personaje.
Tim Burton empezó como animador de la famosa Disney, donde su estilo oscuro y gótico le granjeó una reputación de extraño entre sus colegas. Tras salir de la casa del ratón, fue precisamente su visión la que le proporcionó un éxito que ha ido estirando en los últimos años, aprovechando sus puntos fuertes con un poco menos de gracia en cada ocasión. Beetlejuice no ha envejecido muy bien, aunque tiene a su favor el humor gamberro y la visión colorista de la tierra de los muertos, con un Michael Keaton que, se dice, podría recuperar su papel con ojeras en una secuela. Al margen de la dudosa Beetlejuice goes Hawaian, que lleva unos veinte años en preparación, Keaton se convirtió en el actor que encarnaría a Bruce Wayne cuando Tum Burton le vio lo bastante duro y salvaje, el tipo de persona que creerías capaz de luchar contra el crimen disfrazado de murciélago.
Burton garantizó un alejamiento de la serie de televisión, que pese a su gran éxito tenía muy poco que ver con el estado de los cómics en aquella época, que empezaban a mostrarse como productos para adultos. Y con Jack Nicholson, la película conseguiría a un actor capaz de eclipsar al propio protagonista en su papel del Joker.
Desde un principio queda claro que Burton era el indicado para adaptar la ciudad de Gotham: los edificios de ladrillo ennegrecido por el humo de los coches contrastan con catedrales centenarias espigadas sobresaliendo en calles plagadas de bandas y maleantes donde cada poco tiempo, alguien muere. También acierta al enfocar la película desde un prisma muy alejado al de Superman, acercándose a la estética del cine negro clásico o, más bien, a cómo el cómic representaría el cine negro. Con interpretaciones algo exageradas, maquillaje muy básico y hasta los conocidos fondos pintados, le dan un aire encantador a la película. Incluso el propio Batman es en ocasiones un dibujo animado o un actor que se mueve de forma teatral sobre un escenario plagado de elementos típicos de Burton. Humo, líquidos de color verde, tuberías de aluminio y gárgolas, mafiosos se enfrentan unos a otros y donde uno de ellos cae en una gran piscina de productos químicos. El resto de la historia es igual de facilona, y como veremos en siguientes reseñas, los argumentos de las historias de superhéroes irán ganando en complejidad y realismo. Pero si bien la trama es sencilla, la gracia de esta película reside en dos elementos: su escenografía y el personaje del Joker.
Tim Burton empezó como animador de la famosa Disney, donde su estilo oscuro y gótico le granjeó una reputación de extraño entre sus colegas. Tras salir de la casa del ratón, fue precisamente su visión la que le proporcionó un éxito que ha ido estirando en los últimos años, aprovechando sus puntos fuertes con un poco menos de gracia en cada ocasión. Beetlejuice no ha envejecido muy bien, aunque tiene a su favor el humor gamberro y la visión colorista de la tierra de los muertos, con un Michael Keaton que, se dice, podría recuperar su papel con ojeras en una secuela. Al margen de la dudosa Beetlejuice goes Hawaian, que lleva unos veinte años en preparación, Keaton se convirtió en el actor que encarnaría a Bruce Wayne cuando Tum Burton le vio lo bastante duro y salvaje, el tipo de persona que creerías capaz de luchar contra el crimen disfrazado de murciélago.
Burton garantizó un alejamiento de la serie de televisión, que pese a su gran éxito tenía muy poco que ver con el estado de los cómics en aquella época, que empezaban a mostrarse como productos para adultos. Y con Jack Nicholson, la película conseguiría a un actor capaz de eclipsar al propio protagonista en su papel del Joker.
Desde un principio queda claro que Burton era el indicado para adaptar la ciudad de Gotham: los edificios de ladrillo ennegrecido por el humo de los coches contrastan con catedrales centenarias espigadas sobresaliendo en calles plagadas de bandas y maleantes donde cada poco tiempo, alguien muere. También acierta al enfocar la película desde un prisma muy alejado al de Superman, acercándose a la estética del cine negro clásico o, más bien, a cómo el cómic representaría el cine negro. Con interpretaciones algo exageradas, maquillaje muy básico y hasta los conocidos fondos pintados, le dan un aire encantador a la película. Incluso el propio Batman es en ocasiones un dibujo animado o un actor que se mueve de forma teatral sobre un escenario plagado de elementos típicos de Burton. Humo, líquidos de color verde, tuberías de aluminio y gárgolas, mafiosos se enfrentan unos a otros y donde uno de ellos cae en una gran piscina de productos químicos. El resto de la historia es igual de facilona, y como veremos en siguientes reseñas, los argumentos de las historias de superhéroes irán ganando en complejidad y realismo. Pero si bien la trama es sencilla, la gracia de esta película reside en dos elementos: su escenografía y el personaje del Joker.
Fuente - Seguir leyendo : Tiera de Cienfagos