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UNA VISITA AL INSTITUTO DEL CEREBRO EN MOSCÚ


DONDE EL CEREBRO DE STALIN ESTÁ GUARDADO EN UN FRASCO GRANDE DE MAYONESA.

El 14 de abril de 1930, el poeta ruso Vladimir Mayakovsky se suicidó en su apartamento de Moscú. Sus amigos más cercanos, incluyendo el escritor Yuri Olesha, acudieron al lugar apenas se enteraron del incidente.


Se sentaron en silencio en la sala y escucharon el sonido de la madera crujiendo, que venía del cuarto donde el cuerpo de Malinovsky descansaba.

“La madera solamente podría sonar de esa manera cuando se parte”, escribió Olesha. Alguien estaba cortando la pared con un hacha. Unos momentos después, un doctor con bata de laboratorio blanca pasó por la sala corriendo con una vasija.

Adentro, estaba el cerebro del poeta.

El doctor le dijo a los amigos de Malinovsky que el cerebro era inusualmente grande – mas de 3.5 libras (1.75 Kg) – antes de montarse con el órgano a un carro e irse.

El cerebro de Malinovsky fue llevado a un edificio de ladrillo llamado el Instituto del Cerebro, que fue fundado por los Bolcheviques en 1928, como un esfuerzo para tratar de canonizar a Lenin. El cerebro de Lenin se unió a la selección de otros genios proclamados en el “Panteón de los Cerebros” que mostraba los cerebros de las mentes mas brillantes de la Unión Soviética, envasados en unos frascos. El instituto continuó disectando los cerebros de decenas de soviéticos famosos, incluyendo a Sergei Einstein, Maxim Gorky, y Joseph Stalin. El catalogo de los cerebros continuó hasta 1989, cuando la caída de la Unión Soviética le dio fin a este particular experimento.

Desde entonces, el Instituto sigue abierto, pero a muy pocos reporteros, rusos y extranjeros, se les ha permitido la entrada. En años recientes, el lugar de exhibición se ha tratado de distanciar del pasado y adoptar una nueva reputación como un lugar moderno de investigaciones neurológicas serias – sin embargo el hecho de ver el cerebro de Lenin cortado en pedacitos, puede hacer que su nueva reputación y credibilidad no sea tomadas tan enserio. Para mi grata sorpresa, como parte de su esfuerzo para mostrarle al mundo lo legítimos que se han vuelo, el instituto me permitió la entrada.