Un helicóptero asciende a más de 7.300 metros de altura para captar las imágenes en ultra HD del Everest, el Lhotse y el Ama Dablam.
El Himalaya, la cordillera más alta de la Tierra, con diez de las catorce cimas de más de 8.000 metros de altitud, nos remite a una naturaleza deslumbrante, un grito de hielo y piedra que desde principios del siglo XX fue codiciado por los pioneros de lo imposible. Postrer escenario de la exploración humana en el planeta, después de la victoria sobre los polos norte y sur faltaba el tercer polo, el Everest, la «diosa madre del mundo», y el resto de las cumbres de más de ocho mil metros. Al prestigio se le unía la épica y una particular filosofía de la vida. Un clásico, Lionel Terray, hablaba de «la conquista de lo inútil». «¿Por qué quiero subir el Everest? Porque está ahí», contestó el legendario alpinista británico George Mallory. Sin embargo, nunca había sido visto como hasta ahora.