No todas las bandas que tienen éxito con sus primeros discos gozan de una larga carrera. Y aún las que lo logran deben medirse con la longevidad de los Rolling Stones, cuyo álbum debut fue lanzado hace ya medio siglo.
Cuando se lanzó el primer disco de larga duración de los Rolling Stones, en abril de 1964, los miembros originales del grupo británico –Mick Jagger, Brian Jones, Keith Richards, Charlie Watts y Bill Wyman– ya habían grabado un extended play y tres sencillos. Uno de esos sencillos, Not fade away, llegó a estar entre los tres más vendidos en Inglaterra; pero la canción no fue incluida en el álbum debut, que cumple cincuenta años por estos días. El tema sólo apareció en la versión estadounidense del disco que llevó el nombre de la banda.
La antítesis de los Beatles
Andrew Loog Oldham, manager de los Stones cuando la fortuna empezaba a sonreírles, decidió promocionarlos como la antítesis de los Beatles, quienes ya estaban encaminados hacia el estrellato hace medio siglo. Contrapuestos a la imagen de niños traviesos pero buenos de corazón que exudaban los cuatro de Liverpool, los miembros de los Rolling Stones lucían como chicos peligrosos. Al menos en aquella época. Otra estrategia para diferenciarlos de los Beatles consistió en garantizar una fuerte presencia del quinteto en Estados Unidos.
Los Beatles habían abierto las puertas del mercado estadounidense para sus compatriotas y eso le facilitó las cosas a quienes siguieron sus pasos. Pero si la meta era superar el éxito de Lennon, McCartney, Harrison y Starr al otro lado del Atlántico, los artistas británicos debían escoger cuidadosamente el repertorio con el que querían darse a conocer. Y eso fue lo que hicieron los Rolling Stones: de los doce surcos que componen su primer álbum, sólo tres son composiciones propias. El resto son versiones de temas popularizados previamente por cantantes estadounidenses de rhythm & blues.
Suerte de principiante
Ya para entonces, Jagger y Richards comenzaban a dar muestras de una habilidad especial para componer juntos; un talento que años más tarde los haría legendarios. Como muestra, un botón: Tell me, uno de los temas del disco The Rolling Stones, grabado en Londres en una cinta magnética de sólo dos pistas. Eso es inimaginable hoy en día, cuando las grabaciones pueden hacerse fácilmente con más de cien pistas. Pero, hace cinco décadas, ese álbum –que ni siquiera ofrecía el placer del sonido estereofónico– estaba a la altura de los tiempos.
El disco fue grabado en diez días en el estudio Regent Sound, el cuarto trasero de una casa muy pequeña, cuyas paredes estaban tapizadas con cartones de huevo para garantizar la mejor acústica posible. No mucho después, bandas como The Who, The Kinks y The Yardbirds seguirían el ejemplo de los Rolling Stones y grabarían sus temas allí. Después de todo, el éxito del primer álbum de los Stones le sirvió de promoción al estudio: el disco llegó al primer lugar del hitparade inglés y se mantuvo casu un año entero en cartelera. En Alemania, The Rolling Stones llegó al segundo lugar y en Estados Unidos, al puesto 11. Nada mal para el primer esfuerzo de unos principiante
Fuente: Revista ARCADIA